Uno de los temas de debate en la actualidad es la “llegada de las netbooks” a las escuelas.
Ante la pregunta recurrente ¿Es un gasto o una inversión? La respuesta, diría yo, es un derecho que el Estado debe garantizar ante la desigualdad de acceso al conocimiento que se produce por la evolución de las NTIC's.
No debe analizarse en función de una ecuación económica. No es de esta manera que se analizan los cambios en educación.
Aspectos tales como: la calidad educativa, el nuevo rol docente, la producción del conocimiento, la escuela como institución de la modernidad, entran en cuestión con este artefacto tecnológico, icono de un nuevo paradigma que atraviesa no solo la escuela sino la sociedad toda.
La netbook, en el grupo educadores-educandos, viene a “jugar” el rol de mediador fuerte en la construcción del conocimiento, no ya de un conocimiento producido por especialistas y en lugares estancos y aislados, sino un conocimiento elaborado y validado en forma colaborativa y de alcance global (ej: wikipedia se edita y se corrige en tiempo real en forma colaborativa, mientras que otras reconocidas enciclopedias en formato papel, se corrigen cada 10 años).
Por ello, a la expansión real de la matricula escolar que significó la secundaria obligatoria con la Nueva Ley de Educación, llega ahora la “expansión virtual” de los derechos de acceso al conocimiento que se garantizan con las netbooks, ambas como nuevas garantías de inclusión e igualdad.
Entonces, lejos de analizarse en forma reduccionista la incorporación de un nuevo “aparatito” a la vida de un joven que por causa del mismo tendrá allanado el paso por la escuela, deberá asumirse sistemicamente el ingreso a una nueva revolución, sólo comparable a las generadas a partir de la invención de la escritura y, más acá en el tiempo, de la invención de la imprenta de tipos móviles de Gutemberg.