A
decir de Tomás Buch, la tecnología pervade la cultura,
significando con este término propuesto por él, el atravesamiento,
la difusión, la impregnación que la tecnología realiza en su
evolución y que se traduce en cambios apreciable en todos los
aspectos.
Esta
influencia también se muestra sobre el lenguaje. Nuevas palabras
–neologismos- aparecen como resultado de los avances tecnológicos.
Algunas de ellas, verbos en idioma inglés castellanizados sin traducir, como
verbos en infinitivo; ejemplos: cliquear, rippear, chatear,
etc. Otras, se generan a partir de contracciones de dos antónimos,
como por ejemplo: prosumidor (término propuesto por Alvin
Toffler para significar al que a la vez es productor y consumidor
de información), emirec (término propuesto por Jean Cloutier
para indicar al que es al mismo tiempo emisor y receptor de
información) demostrando así, la dialéctica permanente puesta de
manifiesto con las NTIC´s.
A
escala global, la información se difunde a velocidades jamás
imaginadas y con niveles de complejidad tan altos que, vivimos en una
especie de “torre de Babel”. Se produce y se consume información
en exceso y por supuesto que para ello también hay un neologismo:
infoxicación.
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